La fuerza del débil o la verdad de la Iglesia
107 hospitales (ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año) 1.004 centros: entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA; un total de 51.312 camas (ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año). Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles.) Gasto de Manos Unidas: 43 millones de euros (del mismo bolsillo). Gasto de las Obras Misionales Pontificias (Domund): 21 millones de euros (¿Imaginan de dónde sale?). 365 Centros de reeducación para marginados sociales: ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos; 53.140 personas. (Ahorran al Estado, medio millón de euros por centro) 937 orfanatos; 10.835 niños abandonados. (Ahorran al Estado 100.000 euros por centro).
Esto -una muestra- no sería posible sin los cientos de voluntarios -sin sueldo- personas que trabajan por los demás sin pedir a cambio un salario. Lo asombroso es que muy pocos saben de este ahorro esencial para que la economía española 'vaya bien...'
¡Esta es nuestra Iglesia! ¡Nos sentimos muy a gusto de ser católicos!
Me detengo hoy en Manos Unidas
Una Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) católica, de voluntarios, que desde 1960 lucha contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la falta de instrucción, el subdesarrollo y contra sus causas.
Nació como una campaña puntual contra el hambre y a partir de 1978 adquirió plena personalidad jurídica, canónica y civil, como organización, pasando a denominarse "Manos Unidas".
Para cumplir su objetivo financia proyectos de desarrollo en los países del Sur y realiza campañas de sensibilización en nuestro país.
Su fundamento es el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia.
La cultura que orienta esta organización y la gestión de los recursos está conformada por los siguientes valores:
La dignidad de la persona, eje y fundamento de todo proyecto social, económico, político y cultural.
El destino universal de los bienes, orientados a garantizar condiciones de vida digna para todos.
El bien común, que se considera alcanzado cuando los derechos humanos son garantizados, respetados y promovidos.
La solidaridad, como determinación firme de trabajar por la justicia, de manera organizada y perseverante, por la vida digna de las personas más empobrecidas de la tierra, en África, Asia y América.
La subsidiariedad, no imponiendo nuestro modo de ver y hacer las cosas, sino respondiendo a demandas de las mujeres y hombres de los pueblos del Sur y compartiendo con ellos la responsabilidad de su propio desarrollo.
El voluntariado como cultura del servicio y la gratuidad, como alternativa a la competitividad y el economicismo, en orden a la transformación más justa y solidaria de la sociedad. El voluntario asume las responsabilidades de los órganos de gobierno, dirección y gestión.
La austeridad en los gastos y en el consumo, orientada al compartir y al desarrollo de estilos de vida sostenible, respetuosos con el medio ambiente.
La cultura de la paz, construida sobre el diálogo, la reconciliación, la amistad y el respeto por la vida, no colaborando en ningún caso con acciones bélicas, partidistas o que impliquen violencia al ser humano o a la naturaleza.
La cooperación y la coordinación con otras organizaciones del Sur para atender las solicitudes de todas las personas en situación de exclusión, sin distinción de sexo, raza, país o religión.
La independencia de actuación en la elección de campañas de sensibilización y en el apoyo a proyectos de desarrollo.
La calidad y la profesionalidad en todas sus actividades.
La transparencia en la captación, gestión y administración de los recursos, en orden a una mayor independencia económica.
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